Un tópico entre los padres
¿Sabes exactamente qué comprende la implicación familiar en el rendimiento académico de tu hijo? ¿Crees que optando por una supervisión directa y controladora tu hijo sacará mejores notas? O por el contrario, ¿crees que básicamente la comunicación sobre temas escolares es la forma más natural y sana para que tu hijo perciba un apoyo educativo óptimo?
Este tipo de cuestiones son un tópico entre los padres, y cómo no, en muchos centros educativos y en numerosas investigaciones y revisiones científicas. Así, considerando el enorme interés que desprende el tema, en el presente artículo nos proponemos responder a las preguntas anteriormente descritas y sugerir unas pautas de actuación sobre la implicación parental.
Para empezar, señalaremos que la implicación familiar comprende el apoyo y las oportunidades culturales y educativas, la comunicación sobre temas educativos y la ayuda directa con las tareas escolares, todo esto en el hogar del niño/a. Como detalle a puntualizar, hay que tener en cuenta la sentencia de que “no siempre más es mejor”; explicamos a continuación el porqué.
Dos estilos parentales
Hay dos estilos parentales claros a la hora de implicarse en el rendimiento académico de nuestros hijos: el primero es el estilo controlador, que se refiere a aquellos padres que prefieren una supervisión más directa y constante y que ayudan con los deberes; el segundo es el estilo comunicativo, ejercido por los padres que dan un apoyo más distante en referencia al estudio y se comunican activamente sobre temas escolares.
Entonces podríamos pensar que un estilo muy controlador sería más perjudicial para el niño y que el mejor estilo sería el comunicativo ¿verdad?
Sin embargo, para poder afrontar con más perspectiva esta pregunta necesitamos saber qué posibles inconvenientes suponen ambos estilos. El estilo controlador puede contener normas minuciosas y rígidas, posibles castigos recurrentes, comunicación cerrada o poco diálogo y un clima autoritario. En contraposición, el estilo comunicativo puede abarcar desde una excesiva flexibilidad en cuanto a reglas o castigos, hasta ser indulgente o propiciar un clima extremadamente permisivo.
Encontrar un equilibrio adecuado
Lo cierto es que ambos estilos están relacionados y por lo tanto, uno se beneficia del otro y viceversa. Así comprobamos que lo ideal sería encontrar un equilibrio adecuado entre la cantidad de ayuda directa ofrecida a los hijos y el apoyo y fomento de su autonomía basados en la comunicación. Buscaremos, pues, un punto intermedio entre ambos estilos, priorizando la calidad por delante de la cantidad, y para ello proponemos las siguientes pautas sobre implicación parental efectiva:
- Fomentar el diálogo y la confianza mutua.
- Ayudarles a crear y establecer un horario semanal, un cronograma de estudio diario o una agenda bien ordenada.
- Entender a nuestro hijo o hija en todas sus circunstancias, contextualizando su situación, sus condiciones.
- Motivar a nuestros niños con metas factibles y realistas.
- Tener un contacto habitual con el centro educativo y con el tutor de nuestros hijos.
- Preguntarles por cómo les ha ido el día en el colegio y preocuparnos por aquellos aspectos que sean relevantes tanto para ellos como para nosotros.
- Ayudarles con aquellas materias que les resulten más difíciles.
- Realizar actividades educativas con ellos, por ejemplo: leer el mismo libro ambos y poder comentarlo posteriormente, fomentando así el desarrollo de su propia opinión, asistir juntos a clases de tecnología o manualidades, ver películas o series en el segundo idioma del niño para impulsar la autonomía en esa segunda lengua…
- Participar en los proyectos importantes de nuestros hijos, ya sea como observador o como colaborador del trabajo.
- Fomentar otros intereses y actividades de su preferencia.
- Debatir con ellos temas escolares y hacerles responsables de sus decisiones, siempre sugiriendo nuestra mejor opinión sobre el caso, manteniendo una conversación abierta y permitiendo el intercambio de opiniones.
- Incrementar su autonomía a la hora de realizar deberes, ir al colegio, prepararse el almuerzo, gestionarse sus hábitos de estudio…
- Transmitir confianza para que comprendan que preguntar en clase es de sabios: “quien pregunta no se queda con la duda”.
- Asesorarles siempre sobre cuestiones escolares, dando un punto de vista personalizado y afectuoso.
- Manifestar el afecto hacia ellos.
- Crear un clima democrático.
En conclusión, estos consejos desembocarán en un clima familiar positivo que repercutirá notablemente en la vida de nuestros hijos, consiguiendo que se nutran de sus múltiples beneficios. Sí conseguimos que ellos adquieran un autoconcepto escolar positivo, una devota responsabilidad y buenos hábitos de trabajo, esto se traducirá en una autoestima sana, una motivación de logro elevada para luchar por sus metas, un buen autocontrol emocional y una competencia social alta. Intentando de esta forma lograr unos jóvenes estudiantes cualificados para la escuela y para la vida misma, con el deseable equilibrio personal y, en el futuro, profesional.
Autora: Ruth Suria Cobos – PSICÓLOGA
Ref: Implicación familiar en la tarea educativa: no siempre más es mejor
Fotografías de Eric Bailey y Viktor Hanacek