Un gran aumento y/o una mayor visualización de los fenómenos de violencia

En los últimos años se está observando un gran aumento o, quizá, una mayor visualización de los fenómenos de violencia que ocurren entre nuestros hijos y sus iguales en el ámbito escolar: eso que denominamos “bullying”, y que a veces no sabemos bien ni qué es ni qué puede implicar exactamente.

Por ello, vamos a definir con detalle cada aspecto de éste.

Se conoce como bullying al acoso escolar que:

  • Constituye cualquier forma de maltrato, ya sea psicológico, físico o verbal.
  • Lo desempeñan los estudiantes de forma reiterada y mantenida a lo largo del tiempo.
  • El contexto por lo general es el aula y el patio escolar, aunque puede abarcar desde las redes sociales (ciberbullying) hasta la casa de la víctima.
  • Supone abuso de poder e intimidación por parte del agresor, quien ejerce una fuerza -real o aparente- mayor.
  • Las víctimas quedan dañadas física, psíquica y emocionalmente.

La investigación realizada por Hernández y otros (2008), mostró que los niños con edades entre 7 y 10 años, que presentaban problemas de atención y agresividad eran más propensos a generar problemas de violencia en la escuela. También observaron que, aunque los padres tuviesen información sobre los estilos educativos que previenen la violencia, no sabían cómo llevarlos a la práctica en su día a día.

Por lo tanto debemos preguntarnos: ¿Sabemos cómo educar a nuestros hijos para la igualdad, el respeto y los usos democráticos? O todo esto ¿se queda en la utopía teórica?

Parece que la solución reside en la actuación conjunta de todos cuantos se encuentran alrededor de los niños: padres, familiares, profesores y educadores. Entre todos podemos llevar a cabo una educación adecuada para prevenir la violencia e intentar erradicarla, finalmente.

Lo primero es saber qué factores pueden favorecer o generar la violencia entre nuestros hijos. Entre ellos destacamos:

  • Prácticas de crianza autoritarias.
  • Castigos físicos.
  • Comportamiento violento por parte de los padres, familiares o profesores.
  • Ambiente próximo conflictivo o estresante.
  • Familias desestructuradas, padres en desacuerdo o en conflicto.
  • Permisividad excesiva.
  • Numerosas críticas hacia nuestros hijos.
  • Falta de afecto.
  • Falta de implicación en su educación.

Por otra parte, factores que pueden actuar como protección ante la violencia y que debemos ensalzar, son:

  • Implicarse en la educación democrática de nuestros hijos.
  • Llevar a cabo una disciplina adecuada, basada en el respeto a las normas y el afecto apropiados.
  • Control parental apropiado, no rígido, con cierta flexibilidad.
  • Afecto y aceptación de nuestros hijos.
  • Entrenar la autorregulación emocional como forma de manejar nuestras propias frustraciones y los problemas que podamos encontrar.
  • Promover un cambio de mentalidad respecto a la necesidad de denuncia de los casos de acoso escolar, aunque nuestros hijos no sean las víctimas.
  • Proporcionar a todos los niños y las niñas las habilidades adecuadas para la prevención y resolución de conflictos escolares.
  • Facilitar una ayuda directa y más accesible a las víctimas de acoso escolar.

 

Fotografía de Clem Onojeghuo - violencia
Fotografía de Clem Onojeghuo

Proponemos una serie de recomendaciones para que entre todos podamos afrontar este problema social que implica a nuestros hijos, a su salud y a su bienestar:
a. Mostrar atención a las desobediencias de nuestros hijos, averiguar el por qué de este comportamiento y procurar que no se generalice a más contextos o situaciones.

b. Ante las primeras negativas, desafíos, impulsividad o falta de control emocional, los adultos del entorno del niño deberán de aclarar las causas de estas conductas, ver qué las mantiene, comprobar si hay algo que las justifique o, si a caso, suponen una vía de escape para ellos en determinadas situaciones; observar, así mismo, las reacciones del entorno social próximo ante tales comportamientos.

c. Mantener en el ámbito familiar unas normas consensuadas entre todos, que promuevan la buena convivencia familiar, asegurando el respeto dentro y fuera de casa.

d. Definir detalladamente con nuestros hijos cuáles son los criterios de obediencia a seguir; de esta forma ser coherentes y sistemáticos cuando se produzca el incumplimiento de éstas.

e. De igual forma, permanecer atento a las señales de alerta que pueden evidenciar que nuestros hijos estén sufriendo acoso escolar, como evitar ir a clase, encontrarse más nerviosos o retraídos, presentar síntomas somáticos como dolor de barriga o cabeza, vómitos, insomnio, reiterada desaparición de sus materiales escolares, disminución del rendimiento, desmotivación…

f. Si detectamos que nuestro hijo o hija está sufriendo acoso escolar, deberemos en primer lugar transmitirle seguridad y confianza, hablándole calmadamente y facilitándole que se abra con nosotros. Debemos tener en cuenta que los niños viven con mucha angustia esta situación tan estresante. Buscaremos conjuntamente una solución al conflicto, dándole nuestro apoyo incondicional y el cobijo que necesita. Fomentaremos su autoestima, elogiando sus diferencias como algo bueno y que le convierten en una persona especial. El paso siguiente es ponerse en contacto con el centro escolar para informarles de la situación.

g. Si en el centro escolar de tu hijo no imparten charlas o talleres sobre acoso escolar y habilidades para la prevención de conflictos, estás en tu derecho de solicitarlo.

En definitiva, realizar una prevención temprana es lo más adecuado para evitar estas situaciones. Para ello, lo óptimo será llevar a cabo una socialización apropiada y, enseñar una autorregulación emocional y un autocontrol correctos desde la infancia. La intervención más eficaz debe implicar al ámbito familiar junto al escolar, aclarando cómo educar en la práctica. Hay que hacer a los niños conscientes de sus actitudes y aptitudes, de su comportamiento social y del ambiente en el que se encuentran, para que sepan tomar las decisiones acertadas.

Autora: Ruth Suria Cobos – Psicóloga

Referencias bibliográficas:

International Journal of Psychology and Psychological Therapy: Hernández, M., Gómez, I., Martín, M.J., y González, C. (2008). Prevención de la violencia infantil-juvenil: estilos educativos de las familias como factores de protección. International Journal of Psychology and Psychological Therapy, 8, 73-84.

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